
El río y su historia
Cuando hablamos del río de Madrid nos referimos a un modesto curso de agua que dista de los caudalosos ríos de ciudades europeas, históricamente señalado por su incapacidad para abastecer la villa, tanto por sus escasas aguas como por la ubicación elevada del primigenio y defensivo núcleo poblacional. En este primer capítulo de los tres que dedicaremos a las Terrazas del Manzanares, vamos a realizar de manera literaria y virtual un recorrido junto a un río de dimensiones humildes, pero de dilatada historia, como demuestra la existencia de numerosos yacimientos Neolíticos y de la Edad Antigua diseminados entre sus terrazas fluviales y los diversos arroyos que lo tributaban. El Manzanares, cuyo comprimido trazado es adornado en sus márgenes con el contraste de sus paisajes, nos conducirá desde las nevadas cumbres hasta el semidesértico páramo donde finaliza tras configurar un importante eje de asentamientos humanos en distintas épocas que culminó con el nacimiento y desarrollo de la gran urbe europea de Madrid.

El río Manzanares nace en la Sierra de Guadarrama a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar y principalmente debe su impetuoso y cristalino caudal inicial a las nieves derretidas de los pequeños arroyos y torrenteras que se van sumando aguas abajo, modelando el paisaje de ladera en una zona de alto valor ecológico que merece su protección medioambiental como Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares incluida parcialmente a su vez en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, ejemplo representativo de los sistemas naturales de alta montaña mediterránea y el ultimo parque incorporado de los 15 que en España reciben la máxima protección. Aquí el río Manzanares discurre encajonado por el serrano e impermeable terreno granítico del cinematográfico y popular paraje de la Pedriza con un sinuoso trazado y manteniendo una apreciable pendiente. Las escasas filtraciones que experimenta a través de las fracturas de las rocas permiten que la mayoría de sus aguas lleguen a ser retenidas para el abastecimiento humano en el Embalse de Santillana, también llamado como la próxima localidad serrana de interés histórico y medioambiental de Manzanares el Real.
Antes de proseguir este imaginario viaje fluvial por el piedemonte dirección Sur, resulta pertinente indicar que durante la Edad Media su topónimo de origen árabe era Guadarrama (río de arena) pero ante la acumulación de hitos geográfico de igual nombre o procedencia en un mismo espacio, incluso la propia sierra y el actual río Guadarrama (antaño Guadarrama de Calatalifa), nuestro Guadarrama de Mayrit mudó a Manzanares en el S.XVII para evitar equívocos. Este nuevo nombre se adoptó en honor al importante Señorío atravesado por sus aguas, cuya sede principal era el imponente castillo de la ya citada y homónima población.
Tras donar parte de sus aguas el Manzanares recobra sus condiciones naturales con rampa y variable caudal, que pasa de las avenidas invernales al estival estiaje, mientras discurre por el extenso término municipal de Colmenar Viejo y hace camino entre los cortados del Grajal hacia el gran bosque mediterráneo del Monte de El Pardo. Aproximadamente en su entrada al término municipal de Madrid, ya en la cola del Embalse de El Pardo, existe una zona de transición que modifica el paisaje de matorral a encinar entre el cauce del Manzanares y su llegada al citado embalse. Esto coincide con el cambio de su lecho, que abandona paulatinamente los granitos del piedemonte y entra en terrenos de rocas sedimentarias que forman parte del antiquísimo y potente relleno Terciario de la denominada Cuenca de Madrid. A su vez, según avanzamos aguas abajo, en la composición de sus aguas se inicia el predominio de las aguas de lluvia y se incrementa sobre su lecho el grosor de la capa de sedimentos arenosos que el propio río durante miles de años ha ido erosionando, transportando y depositando a lo largo del actual Cuaternario y por los cuales el Manzanares hace así honor a su primigenio nombre árabe. En el próximo capítulo, Terrazas del Manzanares II: Geología y relieve, trataremos de explicar tanto el significado de estos términos aplicando las modernas escalas de tiempo geológico para la composición del subsuelo como los procesos que modelaron el actual paisaje del valle del Manzanares.

Nos encontramos pues en el extenso y poco habitado distrito de Fuencarral-El Pardo medieval cazadero real de la corona de Castilla. Son16.000 ha en un privilegiado entorno bien conservado, pero restringido en exceso bajo la gestión del monárquico Patrimonio Nacional. A este organismo público y estatal pertenece, además de otros edificios nobiliarios aquí ubicados como la recóndita y actual residencia real del Palacio de la Zarzuela, el Palacio Real de El Pardo situado sobre un antiguo pabellón de caza y donde la “Lucecita del Pardo” alumbraba el despacho del dictador las 24 horas al día.
El Embalse de El Pardo, que se configuro gracias a una presa construida en 1970 próxima al núcleo de población de El Pardo, al tiempo que desequilibró el rico ecosistema de ribera supuso un eficiente control ante las periódicas riadas que históricamente ocasionaron muertes y daños materiales al irrumpir en la trama urbana de Madrid. Esta cuestión de las primaverales crecidas de caudal no es baladí, puesto que a lo largo del tiempo nuestro “arroyo aprendiz de río/ navegable a caballo”, cóctel de famosas chanzas al río de la otrora corte imperial, se llevó por delante pasarelas e incluso puentes. Ello otorgó motivos a reputados arquitectos de distintas épocas y estilos para el sobredimensionado del número de ojos sobre su llanura de inundación, y para el diseño de recios tajamares en los tres ornamentales puentes históricos que jalonan el recorrido del río Manzanares por la ciudad de Madrid, realizados con sillería de granito- la llamada “piedra berroqueña“, obsequio geológico típico del sistema montañoso origen de nuestro río.
Estos puentes centralizaron, como luego veremos, los caminos que fueron el origen de alguno de los actuales accesos a Madrid. La importancia de estos puentes viene de lejos, pues sus predecesores surgen para atender los caminos que en tiempos de los romanos confluyeron en el actual término municipal de Madrid, previamente a su fundación. Nos adentramos en la zona media del valle de Manzanares entre llanuras aluviales y terrazas que mantiene cierta riqueza medioambiental en atractivos e históricos espacios donde desarrollar actividades al aire libre, aunque la zona permanezca “enredada” entre infraestructuras de comunicación y plagada de urbanizaciones y elitistas instalaciones deportivas construidas en suelo público. La permeabilidad y la pérdida de pendiente en esta parte del río, así como algunas alteraciones humanas de su estado natural provocan variaciones en su cauce. Limitada la fuerza de arrastre de los sedimentos graníticos a incrementos de su caudal más o menos controlados desde el Embalse de El Pardo, el cauce del Manzanares se ensancha perdiendo profundidad por lo que resulta frecuente la formación de islas y bancos de arena de escasa estabilidad al no fijarse la vegetación en ellos.
Tras salir del antiguo municipio de El Pardo, hoy un barrio periférico de Madrid desarrollado en torno al ya citado e histórico palacio desdeñado por su pasado más reciente, el Manzanares continúa dirección Sur conformando sus riberas un discontinuo y usurpado corredor camino de la capital. Apenas repuesto del susto tras sobrepasar con más pena que gloria el nudo de asfalto y hormigón de la circunvalación M- 40 Norte–Carretera de El Pardo, el modesto Manzanares prosigue su camino y en su margen derecha encontramos las amplias instalaciones del Hipódromo de la Zarzuela mientras que en su margen izquierda se siguen sucediendo clubs deportivos: primero la artificial Playa de Madrid de origen republicano y después el enorme Parque Deportivo publico Puerta de Hierro que debe su nombre a la cercana y elegante puerta con aires mestizos del barroco y del neoclasicismo. Provista de un vistoso enrejado fue la entrada principal al “Coto cerrado” del antiguo Real Sitio de El Pardo. A pesar de su antigüedad, anterior a la famosa y monumental Puerta de Alcalá, y de dar nombre a una acomodada urbanización, a un exclusivo y real club e incluso a un trasladado y privatizado Hospital, la Puerta de Hierro permanece desubicada en una isleta acorralada entre viales de la Autovía A-6 y la circunvalación M-30. El ya referido y extenso polideportivo Puerta de Hierro fue inaugurado en 1955 siguiendo la parafernalia propia del régimen fascista con el curioso nombre de Parque Sindical, cuando el derecho de libre sindicación no existía, que incluía la que por entonces era la piscina más grande de Europa denominada popularmente como “charco del obrero”.

Nos encontramos todavía fuera de la trama urbana de la capital sobre un ensanchado cauce entre pequeñas islas y alguna que otra poza, saliendo ya de los límites históricos del Monte de El Pardo, cuando aparece entre un frondoso arbolado de ribera el Puente de San Fernando.
Un bello puente de piedra que resulta ser el más joven de los tres puentes históricos del Manzanares que detallaremos en nuestra travesía, cuyo nombre está relacionado con sendas esculturas que adornan los pretiles del puente y que representan a los santos que dieron nombre a la infortunada pareja real de Fernando VI y Bárbara de Braganza. Construido con seis amplios ojos a mediados del S.XVIII dentro de los planes de cerramiento y mejora de los accesos del medieval cazadero de la Corte con la vecina y también real posesión de la Casa de Campo. Estos trabajos fueron ordenados por el predecesor de Carlos III, el ya citado y taciturno Fernando VI, en cuyo reinado se fijaron los complejos pilares de la Ilustración española. Rodeado de buenos gestores y preclaros intelectuales escardó la lana mientras su siempre sobrevalorado hermanastro se llevó la fama como el “Mejor Alcalde de Madrid”, tras adecentar los entornos palaciegos sin apenas pisar la Villa y Corte en tanto en cuanto se esforzaba en esquilmar los cotos de caza de los reales sitios de los cuales el Pardo fue el precursor. Durante décadas el Puente de San Fernando comunicó el Camino del Pardo/Senda Real con la Carretera de La Coruña en el arranque de la Cuesta de las Perdices. Actualmente sin tráfico, encajonado entre la M-30 y la Autovía A-6, es atravesado por la circunvalación del Anillo Verde Ciclista que permite llegar a pie o en bicicleta a este escondido y poco accesible puente. Pero lo suyo, según la legislación vigente demandada por el movimiento ecologista, sería poder acceder desde senderos en las usurpadas zonas de servidumbre de las orillas del Manzanares recuperando así un valioso espacio público.
Estamos en el valle medio del Manzanares, donde se suceden alineadas a diferentes alturas una serie de terrazas fluviales sedimentarias, elevadas decenas de metros sobre el actual cauce y más o menos alternas en ambos márgenes. Destaca por su continuidad un escalón del margen izquierdo, que desde El Pardo se prolonga en el tramo urbano prácticamente hasta Legazpi. Por otro lado, el contenido de arcillas en los sedimentos arenosos del Terciarios aumenta según se desciende hacia las zonas bajas del valle. La Casa de Campo con sus cerros y el desgajado Club de Campo quedan a la derecha, mientras que a la izquierda la Dehesa de la Villa y Ciudad Universitaria se elevan escalonadamente sobre su cauce, envuelto entre sotos tras incrementar su caudal con aguas depuradas. Pasa a ser canalizado a partir del ferroviario y heroico Puente de los Franceses, irrumpiendo en la ciudad que nació a su vera y le dio la espalda durante siglos pues cortaba su expansión hacia poniente. Ya en plena trama urbana, con el río canalizado y flanqueado de edificios residenciales, sus aguas pasan bajo dos reales puentes como el modernista de aires parisinos Puente de la Reina Victoria frente a la goyesca y pictórica Ermita de San Antonio y el neoclásico y maltratado del Puente del Rey que da paso al no menos histórico Palacete de los Vargas, edificios ambos que a su vez son vestigios de sendas posesiones reales de La Florida / Moncloa y Casa de Campo, en tiempos separadas por el Manzanares.
Llegados a este estratégico punto de Madrid, donde río y ciudad convergen con la historia en una zona de transición de su variopinto subsuelo, conviene recordar que sotos y dehesas, huertas y jardines, fincas y palacios, verbenas y romerías, trenes y tranvías, merenderos y salas de baile, cuarteles y conventos convivieron y se alternaron durante siglos junto a la ribera del Manzanares en el epicentro de sus terrazas que incluyen el defensivo cerro fundacional de la ciudad medieval donde siglos después se asentó la corte más poderosa del orbe. Nos encontramos pues en el lugar idóneo para iniciar un repaso histórico primero desandando camino aguas arriba y después adelantando acontecimientos de la configuración de su tramo urbano aguas abajo.
La salida de la capital tras franquear la Cerca de Felipe IV por la Puerta de San Vicente, a los caminos de El Pardo y El Escorial, discurre por unos históricos parajes que están profundamente enraizados en la vida de la Villa de Madrid desde su nacimiento. Estos terrenos del Noroeste del municipio de Madrid han proporcionado distintos usos y cambiantes propietarios, desde el concejo medieval pasando por el clero a manos de la nobleza y de la corona española, para regresar cercenados y agotados como suelo público. Fincas de caza, agrícolas o ganaderas donde la actividad cortesana del siglo XVIII se desarrollaba en el entorno de lujosos palacetes próximos a sotos y prados que festivamente frecuentaba el pueblo de Madrid. Espacios que también vivieron episodios bélicos cuando el valle del Manzanares fue un foso defensivo y sus terrazas y cerros tristes campos de batalla de un Madrid que resistió tras elegir de nuevo al bando perdedor.
Por otro lado, en épocas sucesivas sobre el margen izquierdo de la ribera del Manzanares se perfilaron distintas iniciativas urbanísticas para embellecimiento del entorno cortesano, mientras que hacia el Sur se fueron conformando arrabales en una tierra de nadie entre el río y la citada cerca que encorsetó la villa durante siglos. Entre las primeras destaca la continuidad del antiguo Camino del Pardo tras suavizar los taludes que bajaban a las huertas y a los lavaderos de la vega, y a su vez ordenar el arbolado con la creación de los concurridos paseos de Virgen del Puerto y de la Florida. De las segundas, con los denominados tridentes barrocos del siglo XVIII se sanearon los viales de acceso a la ribera Sur desde la Villa, lo cual incidió en el espacio de la medieval y ganadera Dehesa de la Arganzuela donde paulatinamente se incrementan el número de posadas y lavaderos. Distintos paseos arbolados parten desde la cerca en dirección al Manzanares allanaron el desnivel, pero se ven parcialmente interrumpidos por las infraestructuras ferroviarias del último tercio del siglo XIX que inciden en el crecimiento desordenado de la zona entre espacios fabriles y fincas agrícolas. Su trazado unía las estaciones de Atocha y Norte, ubicada esta última en la base de la Montaña del Príncipe Pío en las escarpadas terrazas del margen izquierdo denominadas “la cornisa de Madrid” coronada por el majestuoso Palacio Real o de Oriente.

Prosigue este repaso histórico ya en el siglo XX, cuando ante la necesaria expansión de la capital la ribera del Manzanares es objeto de distintas obras de acondicionamiento dirigidas a controlar su cauce y caudal intercalando una serie de presas. Se suceden proyectos de aprovechamiento del entorno fluvial, desde construcciones residenciales hasta un Plan General que habilitará zonas de baño y equipamientos deportivos, entre los que sobresalió el complejo multiusos de La Isla. Este proyecto sobre una isla superviviente a la canalización del cauce del río situada aguas arriba del Puente del Rey, entonces ensanchado y denominado de la República tras abandonar los reyes la exclusividad de su uso, culminaba los cambios en el inicial tramo urbano del Manzanares con la apertura al pueblo de Madrid de los cercanos parques de la Casa de Campo y Campo del Moro.
Curiosamente, tras sufrir los efectos negativos del asedio fascista y de alguna que otra riada, esta instalación con forma de barco y reconocido valor arquitectónico perduro hasta 1954 el año en que dentro de un pretendido embellecimiento de la ribera entran en funcionamiento una serie de presas/pasarelas en el tramo urbano del río. Estas infraestructuras hidráulicas se adornaron con unas mínimas torres de control de granítica fábrica que fueron rematadas al imperial gusto del régimen con chapiteles piramidales de pizarra. En la actualidad, perdida su función de retener las aguas para aparentar ser un caudaloso río, con la reciente renaturalización del Manzanares a su paso por Madrid estas pintorescas obras civiles se posicionan como privilegiados observatorios de la fauna y vegetación acuática dentro de un urbano y espontaneo corredor ecológico surgido entre El Pardo y el Parque Regional del Sureste ya en el valle bajo del Manzanares.
Fue en los años 60 de este pasado siglo cuando los esfuerzos para el aprovechamiento urbanístico de la ribera fructifican con aroma de ladrillo y es aquí donde queda patente la desigual configuración en función del relieve y del efecto frontera de su canalizado cauce, al ser principalmente en su margen derecho donde una descontrolada trama urbana se desarrolla próxima al río. Colonias, poblados, urbanizaciones y barriadas se extienden sobre el cauce y las terrazas del Suroeste para terminar fundiéndose con los pueblos de los anexionados y extensos Carabancheles, en los actuales distritos de Latina, Carabanchel y Usera, mientras que en su margen izquierdo se mantuvo cierta separación con los barrios bajos del ensanche y se articulan espacios libres sobre el Paseo Virgen del Puerto y la dehesa de Arganzuela. Como vemos, solo faltaba construir la Autovía M-30 ya en la década de los 70 para convertir el tramo urbano del Manzanares en un inhóspito lugar con elevada contaminación ambiental, cuando el río ejercía de anodino canal de aguas estancadas y sucias rodeado de asfalto y grises edificios.
Volviendo al presente con la embellecida franja de Madrid Río mientras contemplamos entre las vaguadas de los arroyos Leganitos y San Pedro, Cuesta de San Vicente y calle Segovia respectivamente, el elevado y magnifico Palacio Real sobre la pendiente alfombrada del Campo del Moro, es cuando divisamos los nueve ojos de un herreriano y céntrico puente que mantiene con resignación un intenso tráfico. Es el reconstruido y ensanchado Puente de Segovia que data del siglo XVI y es el más antiguo y glosado de Madrid según las tres acepciones de glosar recogidas en la RAE, aquella que «Limpia, fija y da esplendor» al castellano, aunque los reconocimientos irónicamente lo fueran para desmerecer al río de la Corte… «Y aunque un arroyo sin brío os lava el pie diligente / tenéis un hermoso puente con esperanzas de río».

A los menos jóvenes que recordamos la tormenta de la noche de San Juan de 1995, al leer este mordaz soneto de Lope de Vega nos gustaría que el Fénix de los Ingenios hubiese visto con sus ojos los coches arrastrados por la corriente bajo La Puente Segoviana, como entonces se denominaba. El mismo Felipe II, que sorpresivamente estableció su Corte en Madrid, ordenó su construcción aguas abajo del anterior puente ubicado a los pies del desaparecido Alcázar de los Austrias cuando los ancestrales usos rurales de sus riberas son desplazados para ofrecer espacios al ornato de la incipiente y renacentista capital imperial, y donde tiempo después encontró acomodo la barroca planta con aires escurialenses de otra ribereña ermita llamada Virgen del Puerto por azares de la historia y no por “coña marinera”.
Esta ermita, que presume de buena ubicación a la vera del puente y a la sombra de un escarpe engalanado con la ecléctica Catedral de la Almudena, permanece ligada a una antigua romería con mercadillo de melones origen de la recuperada y trasvasada Verbena de la Melonera. Fue a principios de los años 80 del pasado siglo, con el primer ayuntamiento democrático que impulso la restauración de festejos populares tras la dictadura franquista, cuando se organizaron las Fiestas de La Melonera aguas abajo en el ribereño distrito de Arganzuela. Calle Segovia, puente Segovia…¿Paseo de Extremadura?, esta correlación de los actuales viales se debe a que nuestro puente como continuación de la medieval calle homónima, ya en su margen derecha en antiguos terrenos de los Carabancheles, conformaba el punto de partida hacia el Noroeste tanto de la principal Carretera de Castilla, ligada ya entonces a la Carretera de La Coruña, como del actual y entonces secundario Paseo/Carretera de Extremadura así como de una serie de caminos a distintas aldeas del antiguo Sexmo de Aravaca, una de las tres divisiones del Alfoz medieval de la Villa y Tierra de Madrid.
Continuamos por la reciente metamorfosis urbana del panorámico y costoso Madrid Río, dejando la cornisa de las Vistillas a la izquierda con la mole neomudéjar del Seminario y la gran cúpula de San Francisco el Grande, mientras que en el margen derecho también se asoman sobre un talud de sus terrazas los bellos Sacramentales de San Justo y San Isidro. En estas escalonadas laderas del Valle del Manzanares, donde el río labro su cauce sobre antiguas rocas sedimentarias que después relleno y moldeo, cubiertos parcialmente por arenas del Cuaternario se encuentran numerosos yacimientos con restos de animales prehistóricos y con primigenias herramientas humanas talladas en sílex y cuarcita.
En concreto, de los areneros del Cerro de San Isidro surgió el yacimiento fundacional de la paleontología española a partir del cual se expande la importancia histórica de las Terrazas del Manzanares. En este afamado cerro nombrado como el santo más madrileño también se asienta, sobre un escalón de rocas Terciarias modelado por el río, la popular y castiza Ermita de San Isidro erigida sobre un medieval pozo de aguas milagrosas junto a la festiva pradera pintada por Goya que la Villa y Corte expropio a Carabanchel.
Aguas abajo tenemos otro Carabanchelero e histórico puente finalizado en el primer tercio del siglo XVIII y que en la actualidad permanece felizmente peatonal. El Puente de Toledo es la joya de la corona de la ribera madrileña, el cual -al igual que su citado hermano mayor en edad que no en dimensiones- consta de nueve ojos que se extienden con elegancia, estando su arco central coronado con sendos templetes churriguerescos que incluyen las alegóricas esculturas del canonizado matrimonio medieval patronos de Madrid. Así, en la cara Sur Santa María de la Cabeza, cántaro en mano, se dirige con su hijo Illán al pozo del conocido milagro, mientras San Isidro se sitúa en la cara Norte junto al mentado pozo tras ayudar a Illán a salir de él en el momento culmen del citado milagro.
Este barroco puente, al igual que la citada Ermita Virgen del Puerto, son obra del insigne madrileño Pedro de Ribera cuyo apellido se ajustaba cual calcetín al entorno. Su proyecto inicial quedó incompleto, pero resulto el definitivo de varios intentos de franquear el río por el Camino de Toledo. Al igual que el Puente de Segovia era el inicio de distintas carreteras, el Puente de Toledo durante siglos marcó los accesos meridionales a la Villa y Corte y su margen derecho es punto de inicio de una serie de caminos principales que se corresponden con el callejero actual, pues Antonio López era la Carretera de Andalucía y Antonio Leyva la de Toledo. Mientras, la actual General Ricardos subía hacia los Carabancheles, Leganés y Fuenlabrada, así como los Caminos Alto y Bajo de San Isidro, paralelos al río pero en distinta terraza, accedían a la Ermita de San Isidro y a los Sacramentales al tiempo que comunicaban ambos puentes en su margen derecho.
Pasados sus arcos se alumbro el ambicioso proyecto de ingeniería hidráulica del Canal de Manzanares, la eterna quimera de los monarcas hispanos de procurar a la Villa y Corte un puerto fluvial. Surgido con la pretensión de comunicar por barco Madrid con el Océano Atlántico siguiendo el río Tajo, su destino al igual que su presupuesto, se fue rebajando de Lisboa a Aranjuez para finalizar en el embarcadero de Vaciamadrid y así atender durante 30 años principalmente al transporte de mineral de yeso a las fábricas ubicadas en su ribera y que dieron nombre al Paseo de Yeserías. El mar quedo lejos y el más rentable ferrocarril puso fin al sueño.
Centrándonos en las terrazas de su margen izquierdo, a finales del S.XX el proyecto del Pasillo Verde sobre el anteriormente citado trazado ferroviario revalorizó el entorno residencial de los barrios surgidos en los espacios industriales anexos. Mientras, en las cotas cercanas al cauce, continuamos disfrutando de las últimas instalaciones de Madrid Río con sus variadas propuestas de ocio y sus modernistas pasarelas, fusionadas con el Parque de la Arganzuela y su reformado Palacio de Cristal como invernadero de plantas exóticas. En este entorno se edificó en los años 20 del siglo XX el industrial conjunto del Matadero Municipal y Mercado de Ganados de Legazpi, hoy felizmente rehabilitado como un imprescindible espacio cultural que supone una ejemplar puesta en valor del patrimonio arquitectónico y un modelo a exportar a los distritos de Madrid con escasa oferta sociocultural que tengan edificios antiguos y/o emblemáticos en riesgo de desaparecer.
Otro hito en la revalorización del margen izquierdo en el distrito Arganzuela fue la creación sobre el antaño industrioso Cerro de La Plata del extenso parque urbano Enrique Tierno Galván, así llamado en honor al alcalde que lo proyecto. Siguiendo el río aguas abajo en su unión con el soterrado arroyo Abroñigal, aproximadamente donde el actual Nudo Sur de la M-30, finaliza su extenso trazado urbano y entramos en el Parque Lineal del Manzanares, con los distritos Puente de Vallecas y Usera en sus márgenes izquierdo y derecho respectivamente.
Prácticamente los límites de este parque son coincidentes con el territorio destinado a usos agrarios del Madrid medieval, que los musulmanes denominaron Fahs al-Madina, la Salmedina de los conquistadores cristianos, que abarcaría gran parte de la cuenca baja del río Manzanares. Una amplia zona que permanece sin urbanizar, incluyendo los históricos cerros de Almodóvar y La Gavia en su margen izquierdo, y que tras décadas de maltrato humano en la actualidad la naturaleza regenera al tiempo que esconde un interesante patrimonio. Dicho parque en su primer tramo se configura como una periurbana prolongación de Madrid Río tras una acertada intervención con artificiosas colinas que puso fin a su destino suburbial como vertedero. Su valor paisajísticocomo un valle con terrazas se incrementa con miradores de la ciudad como la Dama del Manzanares o el Paseo de los Sentidos, mientras se resuelve el desmantelamiento de la depuradora de La China y los sobrecostes y posibles usos de la Caja Mágica. En su segundo tramo tras cruzar la M-40 Sur el río deja atrás la ciudad y sus riberas entran en un entorno más agreste entre los distritos de Villa de Vallecas y Villaverde, al tiempo que tuerce hacia el Este acompañado de los vestigios arqueológicos delya citado Real Canal del Manzanares.
A estas alturas de recorrido queda patente los problemas de los proyectos supramunicipales carentes de una decidida intervención y coordinación de la Comunidad de Madrid, pues los márgenes del Manzanares permanecen sin acondicionar camino de las antaño fértiles vegas de la pedanía de Perales del Río, perteneciente a Getafe.
Aguas abajo accedemos al Parque Regional del Sureste donde el valle fluvial avanza entre los páramos calizos del tercero y último de los tramos del Parque Lineal del Manzanares, que si bien ha sufrido cierta degradación mantiene un gran valor medioambiental. Nos encontramos pues ya el tramo bajo del valle del Manzanares camino de Rivas, el último municipio que riegan sus aguas, más debidas a las aguas urbanas depuradas que a lo aportado por los más de 30 arroyos mutilados que desigualmente vierten en él. Un espacio natural caracterizado tanto por las numerosas infraestructuras para la explotación de su rico subsuelo -y sus resultantes lagunas artificiales- como por lo salvaje y árido del entorno y su amplio recorrido histórico, con restos paleontológicos y arqueológicos que alcanzan hasta la denominada Guerra Civil.

Todo tiene su fin cantaban Los Módulos y ya en el término municipal de Rivas Vaciamadrid y, tras esquivar el escollo de los cantiles yesíferos y calizos de La Marañosa, el Manzanares desemboca en el río Jarama dentro del paraje de las Graveras de Arganda tras salvar el importante desnivel de 1.600 m en apenas 70 km.
Dejando aguas arriba parte de su historia y citados sus tres puentes más veteranos, sus ermitas y demás elementos paisajísticos, avanzamos al más reciente acontecimiento geológico de la Comunidad de Madrid que tiene al valle del Manzanares como protagonista. Nos referimos a las anteriormente citadas Terrazas, escalonadas a su paso por la capital, que han dejado su impronta en la historia y en el paisaje actual, tanto del Madrid más primigenio en su margen izquierdo como en los nunca suficientemente valorados Carabancheles en su margen derecho.
Pero… ¿qué son exactamente y como se originaron dichas terrazas? En los próximos capítulos intentaremos ofrecer respuestas, dando fe de que las terrazas fluviales de los cursos medio y bajo del Valle del Manzanares representan uno de los espacios geográficos donde mejor se ha documentado la Prehistoria a nivel europeo, y por qué su rico subsuelo y su ondulado relieve permanecen estrechamente ligado a los primeros asentamientos humanos de la región madrileña.
Los libros “El río Manzanares” de Isabel Gea y “Madrid y su río” de Félix Rego han sido inspiración, faro y guía de este primer capítulo sobre las Terrazas del Manzanares. Además, se ha obtenido información e imágenes en los siguientes enlaces:
http://www.parqueregionalcamanzanares.org/
https://artedemadrid.wordpress.com/
https://www.edicioneslalibreria.es/
https://www.pasionpormadrid.com/
https://www.patrimonionacional.es/
http://www.monumentamadrid.es/
http://baulitoadelrte.blogspot.com/
https://www.ecologistasenaccion.org/
https://www.diariodelviajero.com/
http://www.parqueregionalsureste.org/
https://listarojapatrimonio.org/
http://josamezespananatural.blogspot.com/
https://www.turismodeobservacion.com/
https://www.laproximaparada.com/
https://elmadriddefranco.wordpress.com/